La elección de los instrumentos para pintar, dibujar o grabar es muy dependiente de las propiedades mecánicas y de las características morfológicas de la pared. En función de estos datos, el método de expresión será así diferente de un sector a otro, adaptándose a las exigencias del soporte. La roca, en el seno de la cual la cueva está abierta, no es aparente por todas partes. En varias salas, las paredes están cubiertas de calcita blanca.
Estas variaciones provocaron una bipartición en la distribución de las técnicas de ejecución de las figuras. En la sala de los Toros y el Divertículo axial, el espacio está caracterizado por una encostradura carbonatada con un albedo muy fuerte y con un grano a veces importante. La induración del soporte, así como su rugosidad, son factores que excluyeron el grabado y, en cambio, incitaron a pintar y a dibujar. En la parte derecha de la cueva, incluyendo el Pasaje, el Ábside, la Nave y el Divertículo de los Felinos, el encaje se ha vuelto desmenuzable por los fenómenos de corrosión de la caliza. Ésta se desagrega sobre uno o dos milímetros de profundidad. Sobre un tal soporte, el grabado debía tomar el relevo de los trazados al pincel o al tampón. La pintura, muy presente, sólo pudo ser aplicada por pulverización.
Enseguida, los estudios de arte parietal paleolítico llamaron la atención sobre el tratamiento especial de algunas figuras, en apariencia solamente esbozadas, pero cuyo carácter completo estaba garantizado por la asociación con relieves naturales que sugerían, por sus formas, el segmento anatómico que les faltaba.
La mayoría de las veces, estas formas de las paredes intervienen para simular solamente una fracción de la silueta del animal. Cabe destacar que, en numerosas cuevas, el potencial de formas naturales susceptibles de ser transformadas en representaciones animales o humanas es elevado. Sin embargo, el número de figuras elaboradas con este método sigue siendo extremadamente limitado respecto a las múltiples oportunidades.