El ministerio de Cultura y Comunicación inició las obras necesarias para cerciorarse de la seguridad, la protección y la conservación de esta cueva excepcional. La entrada primitiva fue ensanchada y cerrada con una pesada puerta blindada. En la cueva se instalaron dos escaleras fijas para permitir el descenso de una decena de metros entre la bóveda y el suelo. 

Se instaló igualmente una red “primaria” de pasarelas fijas y ligeras, de 60 centímetros de ancho por 370 metros de longitud, en las principales salas de la cueva, encima del emplazamiento de la única banda de suelo que había sido sacrificada desde los inicios. Se instalaron plataformas de 90 centímetros de ancho delante de las grandes escenas pintadas. Las pasarelas son de acero inoxidable, material inerte que resiste en un ambiente húmedo agresivo y de superficie antideslizante. Se amoldan a los desniveles del suelo con pendientes inclinadas o escaleras que en ciertos sitios van rematadas por finas balaustradas. La red “secundaria” consiste en pasarelas móviles de titanio (20 metros de largo) cuya superficie se compone de una sucesión de compartimentos con tapaderas telescópicas que permiten estudiar los vestigios sin contacto alguno con el suelo. Unos compartimentos eléctricos y un interfono completan dichos acondicionamientos. 

La cueva contigua de Treuil fue salvaguardada y acondicionada para servir de “espacio técnico”.

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